Tú eras el huracán, y yo la alta torre que desafía su poder. ¡Tenías que estrellarte o que abatirme…! ¡No pudo ser! Tú eras el océano, y yo la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén. ¡Tenías que romperte o que arrancarme…! ¡No pudo ser! Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados uno a arrollar, el otro a no ceder; la senda estrecha, inevitable choque… ¡No pudo ser!
- Del libro Rimas y Declaraciones poéticas (Colección Austral – Espasa Calpe, 1993)