Del libro Moradas, 1951
PRIMERA Sueño: crece tras este muro igual que mi pequeña palma. (Y paso por su orilla sin sandalia). Oigo: es su rumor de nube que asciende mis raíces pero que aún no alcanza a cubrirme la voz. Siento: mil estrellas en vuelo de abril hacia mi alcoba cegando las ventanas y las puertas sonámbulas. Y al ángel que me niega digo: aquí mi corazón que no es el viento, aquí la soledad que no persigo. Para su dulce huerto escribo: al árbol del amor le dicen trigo y apenas es un hombre que ha perdido su sombra. Sueño: sin noche vencería su muralla y haría de sus labios un esclavo. Sueño: volver el llanto estéril a los ríos y no decir su nombre, dejar que colmen todos los caminos las más hambrientas hojas, ocupar en su frente apenas el espacio de una abeja, y no dejar en pie sobre mi cuerpo sino su aliento de humo. Y por último digo: este muro que casi la contiene como el agua será.