10 Hallé un hombre escribiendo en sus huesos y yo, que nunca he visto un Dios, sé que ese hombre se parece a un Dios. Había en su gesto algo equivalente a la norma o el olor del suicida, un abismo o un silencio que divide al universo en dos partes exactas y nocturnas. Escribía en sus huesos como en la arena de una plaza horadada desde arriba y con la integridad de un ojo que encerrara em sí mismo también al pensamiento. Pero no pude mirar sobre su hombro para ver qué escribía, porque también en su hombro escribía.