Tania Ganitsky
Dejé entrar a un pájaro de fuego. Apagué la luz para vaciar el espacio y solo verlo a él. Voló sin quemar el silencio, un pájaro de llamas inofensivas. Si el fuego no se propaga, el agua no puede apagarlo, dijo la bruja. Desafiante, me mojé las manos y le rocié el ala que más ardía. Ahora guardo un pájaro herido que no come de mi mano en una caja de madera que no se quema.
- Del libro Desastre lento (Universidad Externado de Colombia, 2018)
- Poesía colombiana