Señor, cuando oscurezca, te necesito mucho;
cuando las hojas tiemblan para caer del árbol,
parece que un lamento contenido se acerca.
Señor, cuando sea Otoño y la flor no esté firme,
quiero que me acompañes a ver el desnudarse
del mundo.
Caerá mi primavera en un volar de estambres.
¿He de pisar acaso mi propia alma caída?
Llévame de la mano adonde nada piense,
donde en ti me cobije sin que se mueva el tiempo.
Tú eres inmarcesible, y yo quiero agostarme
como hierba en tu pecho, que no me lleve el viento.
Tengo miedo al crujido que hace el pie en el otoño.
- Del libro Índice de la poesía boliviana contemporánea (Librería Juventud, 1964)
- Poesía boliviana