¿No aprendiste nada, mujercita?
Se te enseñó la prudencia
y la humildad,
el pelo recogido,
la voz sin vibrato,
la sonrisa limpia,
la carcajada con comas.
No esperes para ti la alfombra roja,
ni azul,
ni blanca.
Serán
palabras de amor ajenas,
aunque las sientas haciendo
eco en tu vientre.
¿No te enseñé que no es para ti?
Tú deja que nazca,
y no te apropies del lucero
ni la azucena
ni la guitarra
ni la casa
ni los sueños.
¿No te dije que no miraras?
¿Que no tocaras?
¿Que no desearas?
¿Que no inventaras?
Que no leyeras
Que no obedecieras,
¡eso sí lo aprendiste!