La caída

Amarú Vanegas


Lo confieso,
no quise encajar.

Mezclé las formas universales,
probé los actos criminales y justos,
busqué en las lenguas ajenas mi propia respiración:
ninguna calzó, ninguna parte acoplaba.

En esta vena mía algo jadea, se tuerce,
crece en direcciones inesperadas
rutas que se polarizan.

Soy el espasmo de las cosas,
un algo que ronca.

Solo los sueños tienen el mapa de siglos,
la parte del mito que me corresponde por herencia.

Pero al fin y al cabo
¿cómo entender el mundo propio sin romperse?