José Luis Díaz-Granados
No faltarán palabras para cantar el júbilo, siempre tendré un murmullo para abrir el silencio, para herir la clausura de la noche. Siempre tendré en mi boca un balbuceo, un canto, una balada, nunca un eco que roce mi boca o mi destino. Nunca vendré de nadie para alabar tu piel, sobrarán los instantes para besarte toda. No faltarán sonrisas ni goces en las esperadas ceremonias. Todo se hará a su tiempo y será pronto. Abandonémonos a este ocio impaciente.