l Mi hermano se llamaba Jorge ahora se llama duermevela, se acostó a dormir hace unas noches y desde entonces navega en mi memoria. Tenía la cálida presencia del mes de abril entre las flores su brazo de arcángel no alcanzaba a los más próximos, siempre comprometido con los ajenos. Conversaba con la enfermera que hacía guardia en los pasillos del hospital donde se fue a morir desconsolado. Tenía aires marciales en todo lo que hacía, blandía la espada sin otro afán que afirmarse, pero era incapaz de herir, a pesar de su hoja afilada. Pensaba que bastaban solamente las palabras para abrir zanja y conminar al día. Era general retirado, oficial del servicio secreto mitómano convencido, de esos que bajan las estrellas con solo mencionarlo. Mi hermano decidió morirse cuando menos lo esperaba, Aún le faltaba conquistar el Everest Y descender a las profundidades De su propia inocencia.