José Luis Díaz-Granados
Pero viejo: te has tragado
tantos lunes y martes en tu vida
y tantos miércoles
bebidos con los jueves,
te has comido los viernes
libando hasta los sábados,
devorando domingos,
pero tantos tantos
durmiendo, derrochando,
fumando,
viendo fútbol,
hablando tonterías con el vecino
o junto a tu mujer,
haciendo que el amor los haga
o los hiciera,
que el invisible rastro
de tantas aventuras
ha dibujado arrugas en tu rostro,
canas, caries,
pelos de menos, gafas,
gota, ciática, problemas en el hígado,
asma, próstata, gripas,
hasta llegar a esta tarde cualquiera
de un enero en que te miro
contemplar el mundo
—sólo—,
en un paradero de Bogotá,
mirando el infinito,
como un viejo perro ya sin dueño.