Carlos Medellín
(Del libro Palabras rescatadas)
1
Por la montaña se desliza
tu canto, construyendo
caracoles melódicos
y ciudades de líquen.
En las alas que agitan
los bronces vespertinos
te escucho, amor
te callo,
y a tus manos me acojo.
No tengo otro refugio
cuando se precipita
el vendaval de los insectos
entre la incandescente
velocidad de las semillas.
Y es tan hondo mi amor
en los cuerpos agrestes
que apenas se perciben
sus rumores
en las vegetaciones de tu sangre.
2
Paralizas el viento
capturando neblinas
en el amanecer.
Mientras el agua gira sus monedas antiguas
tú floreces al ritmo de los ángeles
y siembras coleópteros
en mi mano profunda.
Puedo decir ahora que tu palabra es la mía
y tu voz sin espinas
y tu pan y tu aceite.
Todo esto lo debo
al reloj que detiene las horas en mi pulso.
3
Solo tras el hallazgo de tu canto
en el aire disperso
conseguiré salir de la montaña.
De tu piel brotarán musicales libélulas
para el regreso de los tréboles,
y caerán tus palabras como un nuevo rocío.
El tiempo no será
una acumulación mecánica de instantes
sino la transfusión de nuestra sangre
en un momento eterno.
estaremos colmados de poderes
de voces, de relámpagos.
Bendita seas tú que diste a fuego
las facultades del retorno
y que en mis labios dejas
semillas ardorosas.