Alberto Ruy-Sánchez
Vuelves a mí, al abismo de mis manos, a la orilla del sonido de la sangre de mi cuerpo, y me dejas escuchar los pasos veloces de la tuya. Pego el oído a tu piel (la mía es la prisión de tu presencia) y escucho en ella el murmullo de un río en la noche, los secretos en tumulto de un corazón que ya no late hacia mí. Pones tu sonrisa en las manos de mis ojos, pones tus manos en mis hombros, tus pies se enredan en mis piernas, se anudan como serpientes en celo y tu mente en el mar de aquel olvido donde flotan nuestras frases nuestros quejidos nuestros anhelos de eterna conmoción nuestra certeza de ser indisolubles. Te vas así cuando te acercas y al irte me dejas más cerca de ti. Mi piel es la prisión de tu presencia
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- Poesía mexicana