Pronto acabará el atrevido contoneo que tarde a tarde obsequias a las calles. Pronto acabará, te digo. Si no me crees, espera la llegada de aquél que después de brindarte un guiño de ojos te lleve amarrada a su cuerpo una vez que decida salir contigo a pasear y muy agradecido, te invite luego a preparar su cena.