Un certero recuento de una conversación con el sol en Fire Island

Frank O’Hara


El Sol me despertó esta mañana fuerte
y claro, diciendo: “¡Eh! ¡He estado
intentando despertarte durante quince
minutos. No seas tan grosero, tú eres
apenas el segundo poeta al que he escogido
para hablarle personalmente.

¿Entonces por qué
no estás más atento? Si pudiera
quemarte a través de la ventana, lo haría para
despertarte. No puedo esperar
aquí todo el día”.

“Lo siento, Sol, ayer
me quedé hasta tarde hablando con Hal”.
“Cuando desperté a Mayakovsky, él
fue mucho más puntual” dijo el Sol
petulantemente. “La mayoría de la gente ya está despierta esperando a ver si voy a
hacer acto de presencia”.

Intenté
pedirle perdón “Te extrañé ayer”.
“Eso es” dijo él. “No me enteré
de que habías salido”. “¿Te debes estar preguntando por qué he venido así de cerca?”.
“Sí” dije empezando a sentir calor
preguntándome si talvez no me estaba quemando
de todos modos.

“Francamente quería decirte
que me gusta tu poesía. Veo mucho
en mis vueltas y lo tuyo está bien. Puede
que no seas la mayor cosa sobre tierra, pero
eres distinto. Bueno, he oído que algunos
te llaman loco, lo que pasa es que, en mi opinión, ellos son
excesivamente tranquilos y otros
poetas locos piensan que eres un aburrido
reaccionario. Pero yo no.

Tú solo sigue
como yo lo hago y no prestes atención. Vas a
ver que la gente siempre se quejará
sobre el clima, dirán que estoy demasiado caliente
o demasiado frío o demasiado brillante o demasiado oscuro,
los días demasiado cortos o demasiado largos.

Si no apareces
durante todo un día pensarán que tienes pereza
o estás muerto. Solo sigue adelante, eso es.

Y no te preocupes de tu linaje,
poético o natural. El Sol brilla sobre
la selva, tú sabes, sobre la tundra
el mar, el gueto. Dondequiera que estuvieras
yo lo sabía y veía tus movimientos. Estaba esperando que te pusieras a trabajar.

Y ahora que estás
creando tus propios días, por decirlo así,
incluso si nadie te lee a excepción mía,
no te vas a deprimir. No
todos pueden alzar la vista, ni siquiera hacia mí. Se lastiman sus ojos”.
“¡Oh, Sol, estoy tan agradecido contigo!”.

“Gracias y recuerda que estoy observando.
Es más fácil para mí hablarte aquí
afuera. No tengo que deslizarme
entre los edificios para captar tu atención.
Sé que amas Manhattan, pero
deberías alzar la vista más a menudo.

Y
siempre abraza cosas, a la gente, a la tierra
a las estrellas al cielo, como lo hago yo, libremente y con
el adecuado sentido del espacio. Esa
es tu inclinación, conocida en los cielos
y la cual deberías seguir hasta el infierno, si
fuera necesario; lo cual dudo.

Tal vez
hablaremos otra vez en África, a la que también
le tengo mucho aprecio. Ahora vuelve a dormir,
Frank, y yo talvez deje un poemita
en aquel cerebro tuyo como parte de mi despedida.”

“¡Sol, no te vayas!”. Estaba
al fin despierto. “No, debo partir, ellos me están llamando”.
“¿Quiénes son ellos?”.

Ascendiendo, me dijo: “Algún día
lo entenderás. Te están llamando a ti, también”.
Enigmáticamente se elevó, y entonces caí dormido.


The Sun woke me this morning loud/ and clear, saying “Hey! I’ve been/ trying to wake you up for fifteen/ minutes. Don’t be so rude, you are/ only the second poet I’ve ever chosen/ to speak to personally// so why/ aren’t you more attentive? If I could/ burn you through the window I would/ to wake you up. I can’t hang around/ here all day.”// “Sorry, Sun, I stayed/ up late last night talking to Hal.”// “When I woke up Mayakovsky he was/ a lot more prompt” the Sun said/ petulantly. “Most people are up/ already waiting to see if I’m going/ to put in an appearance.”// I tried/ to apologize “I missed you yesterday.”/ “That’s better” he said. “I didn’t/ know you’d come out.” “You may be/ wondering why I’ve come so close?”/ “Yes” I said beginning to feel hot/ wondering if maybe he wasn’t burning me/ anyway.// “Frankly I wanted to tell you/ I like your poetry. I see a lot/ on my rounds and you’re okay. You may/ not be the greatest thing on earth, but/ you’re different. Now, I’ve heard some/ say you’re crazy, they being excessively/ calm themselves to my mind, and other/ crazy poets think that you’re a boring/ reactionary. Not me.// Just keep on/ like I do and pay no attention. You’ll/ find that people always will complain/ about the atmosphere, either too hot/ or too cold too bright or too dark, days/ too short or too long.// If you don’t appear/ at all one day they think you’re lazy/ or dead. Just keep right on, I like it.// And don’t worry about your lineage/ poetic or natural. The Sun shines on/ the jungle, you know, on the tundra/ the sea, the ghetto. Wherever you were/ I knew it and saw you moving. I was waiting/ for you to get to work.// And now that you/ are making your own days, so to speak,/ even if no one reads you but me/ you won’t be depressed. Not/ everyone can look up, even at me. It/ hurts their eyes.”/ “Oh Sun, I’m so grateful to you!”// “Thanks and remember I’m watching. It’s/ easier for me to speak to you out/ here. I don’t have to slide down/ between buildings to get your ear./ I know you love Manhattan, but/ you ought to look up more often.// And/ always embrace things, people earth/ sky stars, as I do, freely and with/ the appropriate sense of space. That/ is your inclination, known in the heavens/ and you should follow it to hell, if/ necessary, which I doubt.// Maybe we’ll/ speak again in Africa, of which I too/ am specially fond. Go back to sleep now/ Frank, and I may leave a tiny poem/ in that brain of yours as my farewell.”// “Sun, don’t go!” I was awake/ at last. “No, go I must, they’re calling/ me.”/ “Who are they?”// Rising he said “Some/ day you’ll know. They’re calling to you/ too.” Darkly he rose, and then I slept.