Federico Diaz-Granados
A alguien debes amar:
al montón de ruinas que te rodean
a las sirenas que anuncian la guerra
a las parentelas que te narran historias del rencor
y luego te cobran la expulsión del paraíso.
Ama a las mujeres, a todas,
a la desconocida
a la del rostro perfecto
a la contrahecha y jorobada
a las que se alejan con sus maletas intactas
a las siempre ajenas.
Seguro el amor un día tendrá su exacta receta
y sabremos por qué la bruma se quedó a la intemperie
de los besos perdidos y los abrazos nunca dados
y por qué la risa parece algunas veces un saco prestado
que nos queda grande y nunca nos encaja
que huele a pieles extranjeras en sus bolsillos.
Se debe amar con sus múltiples heridas
y su inventario de hemorragias y lentas convalecencias
no se debe temer a sus papeles quemados
ni a sus amuletos y talismanes de cada cita
ni a los sollozos que dejaron vacía la alcoba el último día.
A alguien debes amar cada instante de la vida
y regresa amarrado a un pedazo de estrella.
No demores la llegada del alba a estas tierras.
Es un duro oficio y raro asunto este del amor
pero toma hoy muchos apuntes para el gozo
que la mañana que hoy ves frente a tus ojos
hace siglos está detenida en la misma cuenca
esperando
con el mismo afán de las palabras
a la hora de llegar al cuerpo.
A Juan Felipe Robledo y Catalina González Restrepo
- Del libro Álbum de los adioses, antología (Universidad Externado de Colombia, 2006)
- Poesía colombiana