El deseo aparece de repente, en cualquier parte, a propósito de nada. En la cocina, caminando por la calle. Basta una mirada, un ademán, un roce. Pero dos cuerpos tienen también su amanecer y su ocaso, su rutina de amor y de sueños, de gestos sabidos hasta el cansancio. Se dispersan las risas, se deforman. Hay cenizas en las bocas y el íntimo desdén. Dos cuerpos tienen su vida y su muerte el uno frente al otro. Basta el silencio.
- De Tengo miedo (Editorial Oveja Negra, 1983)
- Poemario del encierro, día 34 (abril 22)