Juan Manuel Roca
Del libro Testamentos, 2008
Han llegado los ángeles en un buque de carga.
MARÍA BARANDA
Por el sueño navega un barco cargado de ángeles. Vienen en cajas de madera, en guacales de tablones salvados de un naufragio. Los marineros los ven comiendo flores en su cepo como reos andróginos de una mudez de ostra. Su destino es un misterio. No se sabe si serán vendidos a un zoológico, a un circo, a un aviario, a un taxidermista, a un tratante de alas. Por tratarse de un extraño contrabando, —-aunque no hay leyes marítimas que prohíban el transporte de ángeles en barcos— por tratarse de un tráfico de sueños, el capitán evita tocar los grandes puertos del mundo. Es como si el barco estuviera condenado a no anclar nunca, a viajar sin destmo con la carga emplumada y melancólica. Cada día huelen peor, a pustulas y almlzcle, los maltrechos ángeles en sus podridos guacales. La nave se enfantasma en la niebla apagando sus luces y sus voces. Y la tripulación empleza a 1mpac1entarse, empieza a impacientarse…