Sexta

Carlos Medellín

Del libro Moradas


Digo que habotp y amo todas estas moradas 
y que cada palabra de este canto sin sombra 
es una luna nueva por sus profundos montes. 
 
Digo que aún ignoro muchos otros caminos, 
moradas del amor por cuyos valles 
un día bajaré, pastor ya sin rebaño. 
 
Digo que soy apenas una leve gavilla, 
una nube sin humo, o simplemente 
la historia de un reloj que perdiera su duefio. 
 
Cada noche me espera en las moradas ciegas 
del agua nuestra madre, corno una dulce novia 
del tiempo y el espacio, la omnipotente música, 
y nacen de sus manos cuerpos, ojos, cabellos, 
otras manos sin tacto, ríos, aves y trigo, 
y digo que bendigo todas estas moradas 
porque sólo en su aliento mis árboles respiran.
 
Digo que un día seré, como en edad pretérita 
uno solo con Dios: todo, nada, infinito,
o acaso la violeta que todas las mañanas 
con sus pequeñas alas me golpea la frente.
 
 Moradas, oh los sueños que han hallado mi viento, 
digo que estoy aquí para decir su oculto 
tesoro de metales, su florecer perfecto, 
una tarde hasta mí sus caudales llegaron 
encontrando en mi voz una casa desierta. 
 
Digo que desde ahora espero la doncella 
por cuyos altos brazos me llegará una muerte 
sólo en estas moradas, donde nada se escucha 
sino el blanco silencio de un ángel que me nombra.